domingo, 15 de febrero de 2009

Rade Šerbedžija

miércoles, 11 de febrero de 2009

Madrid recobra desde hoy una innovada casa-museo, la misma que perteneció al poeta y universal dramaturgo Lope de Vega (Madrid, 1562-1635). Está situada en la calle de Cervantes del Barrio de las Letras. Su apertura surge después de ocho meses de obras de rehabilitación y conservación. Se han saneado y restaurado su huerto-jardín y todas sus estancias interiores, distribuidas en 250 metros cuadrados de superficie en tres plantas con oratorio, alcobas, cocina y el estudio del dramaturgo. En este mismo recinto tuvo Lope de Vega su hogar durante los últimos 25 años de su vida. En él escribió algunas de sus mejores obras, como La Dorotea o Arte de hacer comedias, publicada ahora hace cuatro siglos. Y residió con una de sus esposas, Marta de Nevares, y con algunos de sus numerosos hijos, habidos de distintos matrimonios y amoríos. Igualmente, Lope de Vega misó en su oratorio en su condición de sacerdote, ministerio adquirido en 1614, en la fase postrera de su vida. La casa data de 1578. Era propiedad de un tal Juan Pérez. Lope la compró por 9.000 reales y la habitó desde 1610 hasta 1635.


El escenario cultural recién rehabilitado conserva el aura de la época del Siglo de Oro de las Letras españolas, si bien reinterpretado con criterios de 1935, cuando de la casa se hizo cargo la Real Academia Española (RAE) por cesión de Antonia García, viuda de Cabrejo, que otorgó a la institución académica el patronato de una fundación, por ella constituida, para instalar en el recinto un Museo de Lope de Vega.


Cuadros del Prado
La traza de la hoy casa fue recuperada entonces gracias a los arquitectos Pedro Muguruza y Emilio Moya, y su ambientación literaria, histórica y mobiliaria, hoy conservada, se debe a Emilio Cotarelo, Américo Castro, Ramón Menéndez Pidal, Agustín González de Amezúa, entre otras personalidades de la cultura española. Las estancias del edificio están decoradas con numerosos cuadros, algunos procedentes del museo del Prado y del convento de las Trinitarias; el mobiliario fue cedido por el Museo de Artes Decorativas; y los libros, coetáneos del gran vate madrileño, han sido brindados por la Biblioteca Nacional.

La Comunidad de Madrid asume a partir de ahora, junto con la RAE, la programación cultural de la casa-museo de martes a domingos, entre diez de la mañana y tres de la tarde, que se integrará en los principales recorridos culturales y turísticos de Madrid. Así lo subrayó la presidenta del Gobierno regional, Esperanza Aguirre, que reinauguró ayer la casa-museo en compañía de Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española, y de Santiago Fisas, consejero de Cultura y Turismo del Gobierno regional.

El propósito de esta dinámica cultural persigue resaltar la literatura, la dramaturgia españolas del Siglo de Oro y la vida del llamado "Fénix de los Ingenios" quien, ya a los cinco años de edad, dictaba a otros niños madrileños sus poemas. Militar, amante, esposo y sacerdote, Lope de Vega fue un hombre apasionado, versificador excelso, que expresó en sus obras el empuje creativo de un talento asombroso que transformaría en literatura imperecedera. Y ello en unos años en que el poema dramático era la lingua franca de la cultura universal y España detentaba su hegemonía en Europa.


Talleres literarios familiares
La innovada casa-museo se reabre al público con el estreno de un zaguán reordenado para acogida de público; una sala polivalente para conferencias y proyecciones; talleres literarios para familias, con programación dominical, recitales de poesía, cuenta-cuentos, teatro leído, conciertos, presentaciones de libros y una estela de actividades, que quedarán incorporadas a la Noche de los Teatros el 29 de marzo; a la Semana del Libro, del 21 al 26 de abril; y al Día Internacional de los Museos, del 8 al 18 de mayo.

La apertura de este escenario histórico se produce al culminar la rehabilitación acometida a partir del 1 de junio pasado por la Dirección General de Patrimonio Histórico y la Dirección General de Archivos, Museos y Bibliotecas de la Consejería de Cultura del Gobierno regional.

Las obras han afectado a las tres plantas del edificio, que incluyen un oratorio, alcobas, comedor, cocina, buhardillas y, sobre todo, el estudio del gran poeta y autor teatral. Todas estas piezas han recibido tratamiento de conservación y adecentamiento, además de desinsectación, micro-aspiración de textiles y enlucido de suelos y paramentos. La rehabilitaciòn se ha hecho con cargo del 1% Cultural para la ampliación del espacio público de la casa-museo, que ha aportado 299.216 euros procedentes de esta partida derivada del total de obra pública de la Comunidad de Madrid. El total invertido ha sido de 394.216 euros.

Catalogada como Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento, la de Lope de Vega se incorpora así a un circuito cultural y turístico de casas-museo madrileñas que comprende, entre otras: la dedicada al pintor Joaquín Sorolla, en la calle de Martínez Campos, 37; la del Marqués de Cerralbo, Enrique Aguilera y Gamboa, en ventura Rodríguez, 17, en el arranque de la calle de Ferraz; la del prócer Lázaro Galdeano, en la calle de Serrano esquina a María de Molina; la del pintor Manuel Benedito, en Juan Bravo, 4 y la de José Padilla, en la de Fuente del Berro.


Casa-Museo Lope de Vega. Cervantes, 11. Martes a domingo, de 10.00 a 15.00. Entrada gratuita. Lunes cerrado.

lunes, 2 de febrero de 2009

Mentiras sobre Bolonia

Una de las más últimas y sorprendentes noticias sobre el proceso de Bolonia es la de la solicitud de los rectores de las universidades al ministerio correspondiente para que emprenda una campaña de información para dar a conocer las bondades de la propuesta, pues parece preocuparles la extensión de posiciones críticas. No podemos negar que hay aquí una de esas situaciones que los economistas llaman de asimetría informativa. Al lado de insiders que conocen los intríngulis del asunto, hay otros, entre los que probablemente nos encontramos muchos, que no somos tan duchos. Y, sin embargo, lo que nos motiva a escribir es que los que demandan más información no parecen estar interesados en corregir algunas ideas difundidas, aun a sabiendas de su inexactitud.
No es cierto que España esté obligada a esta reforma universitaria por un pacto europeo.
Los 'masters' serán imprescindibles tras una formación de grado muy básica
La primera falsedad que habitualmente se da por cierta es que la reforma pretende adaptar nuestro sistema a "acuerdos internacionales" sobre el Espacio Europeo de la Educación Superior. Mentira. Nadie encontrará directiva, reglamento o cualquier otro tipo de norma firmada por los estados o las instituciones europeas a cuyo cumplimiento se viera constreñido nuestro país. Lo que hubo en Bolonia son reuniones de "expertos en educación" de varios países europeos con la intención de uniformizar la educación superior. Pero los que nos dedicamos al Derecho (e incluso los que no) sabemos que no es lo mismo una norma jurídica elaborada con arreglo a un procedimiento, que el texto que resulta de una reunión de especializados en parir propuestas, en este caso educativas.

En el primer caso, la legitimidad democrática es presupuesto para imponer una decisión política y consecuencia de los procedimientos que rigen el Estado de derecho. La opinión de los sujetos privados, por muy expertos que sean, sólo debe ser un criterio que los políticos deben valorar cuando toman sus decisiones. Entender que aquellas reuniones obligaban al Estado español, como es opinión generalizada, no es sino un paso más en esa tendencia hacia la desregulación y el desmantelamiento de los instrumentos normativos, que tan malas experiencias han dejado en otros ámbitos (vid. sus efectos en la crisis económica).

Aunque los llamados "acuerdos de Bolonia" no obligaran, pudieron haber constituido una directriz que obtuviera consenso y que la mayoría de los Estados europeos siguiera al reformar los estudios universitarios. En tal caso, concedemos que convendría pensárselo antes de quedar al margen. Pero tampoco esta afirmación es correcta, aunque aquí nuestro juicio se limitará al ámbito que conocemos (los estudios de la titulación de Dere-cho). Cualquier jurista sabe que en el Derecho continental europeo (y, especialmente, en el caso español) las referencias internacionales más relevantes son Alemania e Italia. Desde hace siglos las principales aportaciones en la elaboración de principios y teorías, reformas legislativas o doctrinas jurisprudenciales provienen o se inspiran en la rigurosa elaboración de los juristas de esos países. Pues bien, ambos han desechado cualquier pretensión de adecuarse al modelo boloñés.

Pero si alguien, en aras de la modernidad, apostase por estudios más alejados de nuestra cultura jurídica e inclinados hacia una "formación profesionalizada" como la anglosajona, debe advertirse que tampoco el Reino Unido se ha alineado con el proceso de Bolonia. Sospechamos que en otros países y titulaciones este muestreo obtendrá pruebas similares. La pregunta cae por su peso: ¿con quién se pretende que nos armonicemos?

Se dice que el proceso de Bolonia creará un "espacio europeo" por el que podrán circular los profesionales, con independencia del país en el que hubieran cursado sus estudios. Es seriamente discutible la corrección de esta opción para el Derecho. Pero es, además, falsa. La "libre circulación" y la "movilidad" exigen que los estudiantes obtengan conocimientos homogéneos. En algunos sectores del saber la homogeneidad puede ser limitada. En otros, la necesidad del "tronco" común es mayor. Médicos, arquitectos o ingenieros han conseguido que su formación en España sea básicamente uniforme, porque lo requerían la salud de las personas, la seguridad de las casas o la de los puentes. Aunque pueda sorprender a los profesionales del Derecho de nuestro país (desgraciadamente poco activos al respecto), para los titulados en Derecho esto no se consideró necesario. Cada universidad establecerá sus propios planes de estudio que simplemente deberán pasar el filtro de una evaluación administrativa. Si ni tan siquiera hay uniformidad en España, ¿quién creerá que otros países europeos van a admitir los títulos de las universidades españolas?

Otro argumento extendido es el que viene a decir que los críticos con el proceso somos unos inmovilistas reacios a adaptarnos a los nuevos tiempos y métodos. Este argumento no es mentira; es, simplemente, un insulto dirigido a docentes que intentamos dedicarnos con rigor a nuestra profesión. Pero, dado que está muy generalizado, advertimos que proviene de ámbitos (autoridades universitarias y políticas, y expertos en innovación educativa) que llevan años enfrascados en una y otra reforma de la educación española, cosechando manifiestos fracasos de los que alguna vez deberían responder. Los cambios metodológicos pueden ser buenos si van acompasados con los que previamente han seguido los estudiantes y siempre que el resultado hubiera tenido éxito; pero si los cambios no se han producido en la misma dirección o han fracasado, su incorporación forzada a la Universidad comporta más riesgos que ventajas.

Estamos convencidos de que hay cosas que conviene cambiar; pero, ya puestos, el cambio debe ser a mejor, y el aligeramiento de los estudios de grado que supone Bolonia no augura que vaya a ser así.

Pueden recordarse más inexactitudes, como la de que la escasez de tiempo dedicado a los estudios superiores (tres años y medio) no debe preocupar porque se compensará con estudios de postgrado (masters). Los nuevos estudios se limitarán, así, a ofrecer una formación muy básica que exigirá una especialización, cuya impartición y ordenación no se sabe con qué criterios se habrá de regir, ni dónde se podrá cursar. Probablemente en su valoración influirán precios y otros criterios económicos, más que académicos, como hoy sucede ya con los masters.

Los que piden una intensa política informativa han hecho poco para corregir el asentamiento en la sociedad de esos errores. Permítasenos, entonces, concluir que lo que demandan no son más datos, sino una buena campaña de propaganda.

Andrés Recalde Castells es catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad Jaume I de Castellón.

domingo, 1 de febrero de 2009

La fecha en que se formó la Luna

Un grupo de científicos determina la antigüedad de una muestra de circón lunar en 4.417 millones de años.Un grupo de científicos de distintas universidades ha analizado un pequeño grano de circón encontrado en la Luna y concluido que esta pieza tiene 4.417 millones de años, lo que la convierte en la muestra de este mineral más antigua procedente de un cuerpo planetario del Sistema Solar.
El estudio, en el que han participado miembros del Departamento de Geología Aplicada de la Universidad Tecnológica de Curtin (Australia), del Instituto de Mineralogía de la Universidad de Münster (Alemania) y del Centro Espacial Johnson de la NASA en Texas (EEUU), aparece hoy en la edición digital de la revista Nature.
Las conclusiones de este equipo de investigadores tienen especial importancia porque proporcionan una fecha límite «precisa» donde situar el momento concreto en que se solidificó el océano de magma lunar, un asunto sobre el que no existe consenso por el momento.
«La existencia de circones indica que la solidificación de un pequeño porcentaje de material fundido continuó durante entre 200 y 400 millones de años más», han señalado los autores de esta investigación.
La teoría más extendida sobre la creación de la Luna defiende que este satélite nació tras una colisión ocurrida hace más de 4.500 millones de años entre la Tierra y un asteroide del tamaño de Marte, de lo que surgió una luna cubierta por una balsa de magma que posteriormente se fue enfriando y solidificando.
Los circones son minerales compuestos por circonio y silício y que se forman por el enfriamiento de rocas fundidas, según estos investigadores.
El procedimiento utilizado para este estudio consistió en medir el plomo y los isótopos de uranio que contenía esta pequeña muestra de circón y analizar estos datos para determinar la edad de la formación del mismo.
En opinión de los investigadores