lunes, 30 de junio de 2008



A veces, quisiera retroceder en el tiempo. Volver a los 4 o 5 años, sin más preocupaciones que jugar, comer, dormir y cubrir las necesidades afectivas. Pelear con tu hermano, con quien te llevas 11 meses, y "odias" porque te quitaron la teta y la cuna, así, de repente. Los celos siempre anuncian problemas. Pertenezco a la generación del biberon, como tantos otros/as.

No es que renuncie a una vida llena de sabor, color y emociones...pero la niñez es algo que todos añoramos. Unos porque no han tenido infancia, otros porque todavía adolecen de ella.. Recuerdo, a menudo, cuándo vivíamos en Barcelona, y era una bebé fea, fea...tanto, que no se sabía si era niño, niña o un mono tití.

Cada vez que abrimos un album familiar, todos lloran, pero de risa (lo cual me produce cierto estupor).

Si fuéramos niños eternamente, como Peter Pan, en el país de nunca jamás, "P", la pequeña, no existiría, y eso sería una putada. Cuando nació, era linda, linda...tanto que nos caía a todos la baba...y no lo digo por aquello de "todos los bebés son bonitos".NOOOOO. Era realmente preciosa, pequeña pero feliz. Ahora, es una tiarrona, y mide bastante más que yo.

Los hermanos son lo único que queda cuando faltan los padres, los que más alegrías y disgustos dan, los que más te llaman por teléfono, y hablas a pesar de estar sentada en el WC, o con la boca llena, o durmiendo, sonandoté los mocos, o sobrio, o ebrio. Son los que más se quejan y los primeros en felicitarte...siempre. Los hay que dan buenos consejos, los que no dan más que problemas y los que no paran de regañarte por su complejo de inferioridad, o de superioridad. Pero ahí están. Siempre.

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