jueves, 27 de septiembre de 2007

El olvido

...hay quienes imaginan el olvido como un depósito desierto
una cosecha de la nada y sin embargo el olvido está lleno de memoria. (M. Benedetti, 1995)

Llevo todo el día dándole vueltas y no creas, es mas complicado de lo que parece. ¿Olvidamos realmente lo que queremos o proponemos, lo doloroso lo traumático? Pues sí y no.
Depende del tiempo, de la persona, de la situación...

He olvidado caras que hubiera recordado siempre. La de mi abuelo, la de un amigo fallecido, la de aquel profe de literatura del instituto tan atractivo, la del primer amor de juventud.
Recuerdo fragancias, aromas que no me propuse grabar en el disco duro de la cabeza, como una comida húngara, un perfume masculino, un champú de magnum que utilicé en un viaje a munich, un paisaje de la toscana, que huele a tierra y a flores, un pais como el nuestro...porque los países tambien huelen. A pobreza, a riqueza, a sequía, a humedad, a sol, a glamour, a suciedad, a polución, a desgracia, a felicidad.

Recordais la horterada de anuncio que decía ¿ a que huelen las nubes?. Pues si estas triste, te olerán a gris, a lluvia, a día angustioso, pero si te sientes de puta madre, las nubes huelen a fresa ácida, a melón, a cabello recién lavado, a limpio, a luz. Olvidamos lo que queremos y lo que no también. El olvido es inevitable, o patológico como el alzheimer, o necesario como es mi caso.

Si el olvido tuviese un espacio físico como la papelera de una página de correo en internet, claro que estaría lleno de memoria, pero cabe la posibilidad de desterrar lo malo, lo dañino, lo perjudicial, de forma definitiva. La capacidad de hacerlo depende de nosotros, de nuestras ganas de pasar página, de perdonar, de asumir la culpa, de aprender de todo, lo positivo y lo negativo. No es fácil para nadie, y para mí, que llevo unas cuantas batallas perdidas es todo un viacrucis. Olvidemos que el mañana existe y vivamos cada segundo como si fuera el último.

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