martes, 15 de abril de 2008

La eterna búsqueda de la felicidad bloquea casi siempre nuestro instinto para escoger el mejor camino.

Ser feliz en el mundo está tan relacionado con lo que tenemos que no vemos lo esencial. Ya lo decía "el principito", -No se ve si no es con el corazón.
Por todo esto, a mi modo de ver, la felicidad es un fin en la sociedad a la que pertenecemos. Mientras que en el tercer mundo ni se lo plantean. Con encontrar algo que meterse a la boca, o alguien que les suministre una vacuna contra la malaria, sida o ébola es suficiente para malvivir. Sin citar la privación del agua. Cuanto más tenemos, más echamos en falta aquello de lo que carecemos. Cuantas más carencias, más apreciamos lo que tenemos. No hay duda.

No tenemos derecho a la felicicidad como seres pasivos. Hay que currársela. No podemos esperar que sanemos de una enfermedad sino vamos al médico, tener hijos si no los encargamos o ascender en el trabajo si no nos lo merecemos.

Eso de que todo es injusto es muy relativo. Somos porque queremos. Vivimos porque deseamos.
Acabo de dejar marchar al que posiblemente es la persona que más feliz me hubiera hecho. Por puro egoismo. Supongo que algún día, me daré cuenta de lo que perdí. No somos nadie.

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