miércoles, 30 de abril de 2008

Aunque a veces no sintamos la necesidad de hablar, no significa que seamos introvertidos, obtusos, egoistas, raros, o malas personas. Me considero amiga de mis amigos, a los que debo y agradezco su comprensión y apoyo en buenas y malas temporadas. Simplemente, como seres racionales que somos (algunos hasta tenemos empatía), nuestra mente es extremadamente frágil y sensible a ciertos estímulos-información y tarda varios días, meses, años en asimilar o admitir un cambio drástico y radical en la propia vida o en la de alguien importante. Es la puta iniquidad lo que nos sorprende. Y no que nos suban la leche o el pan, o que nos vendan aceite de girasol caducado, o que el gobierno prometa el oro y el moro, y nos comamos los mocos.
¿Qué error tan grave e irreparable cometemos para enfermar gravemente? ¿ Por qué no enferman esas personas (¿?) que se juegan la vida en carreras ilegales, follando a diestro y siniestro con sida o ETS, pederastas, violadores o asesinos, esos que juegan a la ruleta rusa, o suministran droga a niños, o apuestan con el dinero de los demás, arruinando a familias enteras? ¿ Por qué la lotería negra de una enfermedad degenerativa, o crónica o terminal no recae sobre quien desea morir y no tiene valor de suicidarse? ¿ Qué sucede con aquellos que aman la vida y se aferran a ella sin obtener respuesta? ¿Dónde está ese Dios que rezan, budistas, mahometanos, católicos, protestantes, ortodoxos, hindúes, ...?
No hay respuesta racional.

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