martes, 22 de abril de 2008

maslow


Abraham Maslow nació en Brooklyn, Nueva York el 1 de abril de 1908. Fue el primero de siete hermanos y sus padres eran emigrantes judíos no ortodoxos. Creador de la psicología humanista y eminente psicólogo del siglo XX, nos expone las características de la propia autorrealización según su sistema. A través del estudio comparativo que han realizado grandes pensadores como Jung o Mircea Eliade, defiende que existieron técnicas para iniciarse en la Sabiduría en todos los antiguos pueblos, y métodos de transmisión de la misma que al girar de los tiempos hemos perdido u olvidado por el cambio de intereses y perspectivas en el hombre.
Afirma que no sólo necesitamos vitaminas y minerales para nuestra salud, sino que otros aspectos del hombre necesitan sus vitaminas para su desarrollo pleno, como la vivencia y práctica de valores éticos que actualicen y desarrollen nuestra naturaleza interior, cultivándola. Eso sí, considera que se requiere disciplina para revelar o actualizar nuestra naturaleza interior. En todo este proceso no descarta circunstancias difíciles, frustraciones, privaciones, dolor, que harán aflorar fuerzas dormidas o sencillamente seguridad y fuerza interior si las resolvemos y enfrentamos con valor. Quien no ha resistido o superado la adversidad, sigue dudando de su propia capacidad de hacerlo, nos dice. Además de una buena alimentación para el cuerpo físico, y una vida afectiva sana para nuestra psique, necesitamos darle medios de expresión a nuestra naturaleza superior para que actúe como principio rector de nuestra vida. Si se niega o intenta abolir este núcleo esencial, la persona enfermará. Para el autor la enfermedad no sólo es física, sino psicológica, mental, del alma. Maslow afirma que la carencia de valores humanos como guías y motivadores de la conducta da como resultado enfermedades o metapatologías que son disminuciones de lo humano. Ejemplo de algunas de ellas serían la pérdida del entusiasmo por la vida, el sin sentido, el aborrecimiento, la indiferencia, la apatía, el fatalismo, el vacío existencial. La desacralización de la vida, la aridez, la ineficacia, sensación de ser inútil, la desesperación, las dudas fundamentales, la angustia, el cinismo, futilidad, la destructividad, etc.

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