jueves, 28 de febrero de 2008

Avanti

Cuando iba al instituto pesaba 50 kilos, tocaba en la orquesta del conservatorio y siempre llevaba los ojos pintados de Khol negrísimo. No fui al viaje de fin de curso porque tenía concierto. Para los compañeros de clase era un bicho raro. No iba a los cumpleaños. Ni salía los fines de semana. Vestía de negro y tenía un novio heavy metal llamado Luis, que vestía con cadenas, pantalones estrechos y botas Dr Martins. Muy guapo, pero con poca cabeza. Nunca cepillaba mi pelo y fui delegada hasta 1º de BUP, durante la EGB. No fui una alumna sobresaliente, pero sí notable, en todos los aspectos. No pasé desapercibida por ninguna clase, ni centro. Cuando vuelvo a casa, todos los profesores que tuve están de acuerdo en algo: -...hay que ver lo inquieta y curiosa que eras.
Al llegar al instituto salí elegida Representante de Alumnos del centro más grande de la ciudad. Pertenecí al grupo de teatro. Jamás iba a 1ª hora porque me quedaba dormida. Me acostaba tarde porque hablaba horas y horas por teléfono con mi novio el heavy. Las primeras asignaturas que suspendí fueron física y química e historia.
Cuando llegué a la facultad me divertía desestabilizar al profesor más débil. Preguntaba continuamente o rebatía absolutamente todo. Procuraba aliarme con los más inteligentes de la clase para salir victoriosa en los retos y salvar el culo. Tengo madera de lider, lo sé, soy capaz de movilizar a mucha gente, y me escuchan cuando hablo. Meto la pata un par de veces a la semana. Siempre me llamaron la atención las políticas, la sociología, la gente, su comportamiento, la música, la historia, las culturas, los chicos interesantes (ésta curiosidad la mantengo intacta). Me considero una tía fuerte, pero con carencias, con necesidades y con dudas existenciales. Como cuando iba al colegio. No soy tonta y me conozco. Es un mal año. Creer que sobreviviré es lo que hará que sobreviva, eso también lo sé.
En ciertos aspectos crecemos, formamos una familia, nos casamos, nos divorciamos...la mayoría estamos divorciados (afortunadamente).
Y en general seguimos con los mismos problemas que cuando teníamos 15 años. Por mucho que crezcamos, y nos hagamos mayores, seguimos tropezando. Siempre avanti, eternamente jóvenes.

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