jueves, 21 de febrero de 2008

CIEN

Acabo de cumplir cien entradas como blogger. Con canas, patas de gallo, alguna estría...y eterna sonrisa. La vida nos envejece. No deja de sorprendernos.
Ninguno de nosotros cree que su vida acabará siendo de lo más normal. Todos creemos que será fantástica.

Al nacer, nos ponen un nombre que les gusta, eligen la comida: teta o biberón, la ropa, los pañales, los juegos...Crecemos, asumimos el rol de niños, y obedecemos (algunos más que otros), acudimos a la escuela que nuestros padres o tutores decidieron incluso antes de que naciéramos, a las actividades extraescolares que tanto aborrecíamos, y aguantando los estirones de pelo de los hermanos mayores.

En la adolescencia, ya pudimos decidir, pero nos equivocabamos una y otra vez, soportando broncas y míticas frasecitas de adultos: -Ves, te lo advertí. -No te quejes, ya te lo dije.

Al terminar la carrera, te independizas...con ayuda económica de casa por supuesto, hasta que encuentras un curro con un salario digno. Conoces una persona afín. Convives con ella. Fracasa la relación. Unos intentan resolver el embrollo, otros se dejan de hablar. Tienes amigos de la infancia, de la adolescencia, de la carrera y del trabajo. El resto son conocidos. Si estás en la treintena y no tienes hijos...afortunado. Si eres mujer, divorciada o soltera con hijos, estás jodida a los 20, a los 30 o a los 40.

Yo no soy ni remotamente una chica corriente. Ni la vida que arriba describo ha sido la mía. Pero estoy inconclusa como la mayoría de vosotros. La satisfacción es monopolio de los mediocres y los conformistas, a quienes envidio mucho por su capacidad de ser felices con muy poco.

Cuando el panorama más desalentador se hace realidad, sólo nos queda aferrarnos a la esperanza. No somos ni remotamente la persona que fuimos. ¿Donde están nuestros sueños?. Gastamos todo nuestra energía en hacernos personas, buenas personas y en construir los sueños adolescentes.

Nos pasamos la vida teniendo grandes esperanzas en quiénes seremos y luego llegamos hasta aquí. La esperanza me mantiene viva. Esperar, es solo el comienzo, lo inesperado es lo que cambia nuestras vidas. Un apunte para reflexionar, si miramos atrás ¿nos sentimos satisfechos?

No hay comentarios: