jueves, 4 de octubre de 2007

Debacle

Hace más de tres semanas que arrastro un catarro de tres pares de narices (pero no unas narices cualquiera, al menos como las de mi padre), y claro era de esperar que terminaría claudicando ante la sugerencia del médico: viva el antibiótico!

En definitiva, ya he tomado mi primera dosis y tendríais que ver el esfuerzo que tuve hacer para no leer el prospecto. Recomendación del farmacéutico. ¿Qué coño pondrá? A lo mejor las recetas de hipocondríacos llevan una señal en alguna esquina para advertir al farmacéutico (a esta ni “mú” que está chiflada).

Y claro, llamé a mis padres que todo lo saben, como la gran mayoría de padres del mundo y pregunté que les parecía, bueno y me tomé la pastilla al teléfono, mientras hablaba, por si me atraganto, para que puedan llamar al 112. La debacle ha sido apoteósica (debacle f. desastre, hecatombe), mi padre criticando, mi madre preocupadísima, y mi hermana muerta de la risa (es la única normal de la familia) ¿Cómo terminó todo? Pues muy mal. He preferido despegar el teléfono de la oreja para no escuchar, porque si cuelgas, está muy mal. Si te enfadas peor, y si dices que no se preocupen son capaces de venir.

Mañana estaré mejor ¿no?

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