jueves, 11 de octubre de 2007

Por fin

Sonata de Fauré para violín y piano en la mayor. Buenos días, digo delante del espejo del cuarto de baño de arriba, y de paso me guiño un ojo. Hoy estás optimista...por fin tocan los chavales en el teatro. Ayer teníamos enfermos a dos. Esperemos que no tengan fiebre.
Ayer fue un día de esos que por horas te gustaría borrar ( o devolver, como la ropa, me devuelve el dinero, o me hace un ticket?). En realidad fueron dos horas horribles que desapareceran en unos días, contra...6 originales, entrañables y divertidas. La balanza no miente. Perdí al ajedrez cien veces contra un adversario realmente hecho a medida. Por fin. Duro pero afable. Serio pero sonriente ( treta para distraer, supongo) . Una mirada que acojona pero que enternece. He de ponerme las pilas y entrenar mi mente privilegiada ( ja, ja, ja) para este juego de estrategia bélica. Que dura es la guerra, hasta en un tablero.
Por fin se abren las puertas del teatro a nuestros niños. Tendran la oportunidad de demostrar que saben tocar, que saben estar, que controlan sus nervios, que disfrutan y creen en lo que hacen. ¿Seran conscientes de la recompensa que supone estar ahí, sobre un escenario inmenso, frio y seco?Espero que sí, con todo el alma. Un solo deseo para esta noche: graben esta oportunidad en sus inmaduras cabecitas y no lo olviden jamás.
Al terminar el concierto por fin me iré. Me voy lejos, lejísimos. A disfrutar de amigos, de la familia, de Madrid, de Cuenca, del pueblo de siempre. De sus olores, colores, gente, comidas, vinos, risas, confidencias, siestas, cañas y copas, abrazar hasta estrujar y hacer daño a mi hermana "P", y a "M" de Gijón...Cuatro días. Y tantas horas de viaje. 14 horas, 7 y 7, sin contar las paradas técnicas. Todo compensa. La vida está para disfrutar de momentos como el de ayer, como el de hoy, como el de mañana. Me dejo llevar.

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