miércoles, 16 de enero de 2008

Claro de luna

Anoche nos visitó un temporal nada desdeñable. Se fue la luz y Amelia como siempre tan previsora. Las linternas sin pilas y las velas bien escondidas.
Al llegar a casa, hace un ratito no había luz en la calle, pensé que tampoco habría en casa pero me equivoqué. Menos mal. Odio vivir en la penumbra. Aunque reconozco que se ve perfectamente, la luna ya tiene un tamaño considerable.
Estoy tan cansada que he salido al porche y me he dado un baño de luna. ¿Cómo se hace? Pues coges ropa de abrigo, jersey de lana, forro polar y bufanda, te sientas en la hamaca más cómoda, apagas todas las luces y miras al cielo. Esperas a que la luna ilumine todo lo que te rodea, incluída tú misma. Respiras hondo. Disfrutas de ese momento mientras fumas un cigarrillo. Piensas en todo lo sucedido durante el día y vuelves a respirar aliviada. Nada pesa, nada preocupa en ese momento. Eres afortunada. Todo va bien. De repente ves un claro de luna en medio del jardín, y los limones que cayeron con la tormenta. Coges algunos. Te sientas y vuelves a respirar. Que bien huele a limón recién cogido. Reflexiono sobre el último libro de J.A. Marina, Arquitectura del deseo. Habla sobre el hedonismo, el placer, las adicciones, las relaciones sociales. Reflexiono sobre mis adicciones. Las adicciones nunca acaban bien. Lo que nos pone eufóricos deja de hacerlo y nos duele. Que una persona haga cosas malas, no significa que sea mala. Superas una adicción cuando has tocado fondo. Pero, ¿cómo sabes que lo has tocado? Por mucho que algo te duela, a veces dejarlo duele aun más...Amelia no te duermas.

Vuelvo a la realidad y preparo la cena mientras escucho Beethoven con poco volumen. Ensalada de aguacate, tomate y queso de oveja con un par de huevos pasados por agua, un actimel y un colacao. Miro de reojo el calendario de la cocina: mañana tengo que hacer una analítica de serología a las 8:00. Repaso el día mentalmente y me paro en las 18:00. Una clase de cámara con un par de alumnos que han leído estupendamente el primer movimiento de una sonata de Mozart. Les explico el efecto Mozart. Expresión que se refiere al poder transformador de la música y sus efectos en la salud, educación y bienestar, especialmente en los niños. Pero hay otros efectos:
Efecto Paganini: el niño habla muy rápido y con palabras extravagantes, pero nunca dice nada importante.
Efecto Bruckner: el niño habla muy lento, se repite con frecuencia y adquiere reputación de profundidad.
Efecto Wagner: el niño se torna megalómano. Es posible que acabe casándose con su hermana.
Efecto Beethoven: el niño padece ataques de ira repentina, depresión momentánea, y se hace el sordo cuando le hablan.
Efecto Mahler: el niño grita sin parar a todo pulmón durante varias horas diciendo que se va a morir.
Efecto Schoenberg: el niño nunca repite una palabra antes de usar todas las otras de su vocabulario. A veces habla al revés y con el tiempo la gente le deja de prestar atención.
Efecto Boulez: el niño balbuecea bobadas todo el tiempo. Después de un tiempo a la gente ya no le parece gracioso, sin embargo poco importa pues sus amiguitos creen que es un genio.
Efecto Ives: el niño desarrolla una habilidad extraordinaria para mantener varias conversaciones al mismo timpo.
Efecto Philipp Glass: el niño acostumbra a decir lo mismo una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez...con mínimas diferencias que nadie nota.
Efecto Stravinsky: el niño tiene una tendencia pronunciada a explosiones de temperamento salvaje, estridente y blasfemo que frecuentemente causan escándalos en el jardín infantil.
Efecto Stockhausen: el niño aprecia un ataque terrorista en cada obra de arte.
Efecto Brahms: el niño habla con una gramática y un vocabulario maravillosos siempre que sus frases contengan múltiplos de 3, 6, 9 palabras, etc...

Y por último, el efecto John Cage: el niño no habla durante 4 minutos y 33 segundos. Es el niño favorito de 9 de cada 10 profesores.

Después de leerlo, me doy cuenta de lo cerca que están el resto de los mortales o personas "normales",...de padecer cualquiera de estos efectos. No solo es un mal de músicos. Es más, me atrevo a asegurar que miles de infelices padecen no uno, sino varios efectos simultáneamente. Identificaros con el que más os guste. Con sinceridad.

No hay comentarios: